Con apenas 18 años, Barron Trump, el hijo menor de Donald Trump, ha vuelto a captar la atención de medios y redes sociales tras su reaparición pública durante la ceremonia de investidura presidencial de su padre. Si bien su impactante estatura y su comportamiento protocolar fueron muy comentados, una nueva ola de rumores gira ahora en torno a una posible condición genética que podría haber heredado del expresidente estadounidense.
Durante los eventos relacionados con la reciente toma de posesión, Barron se mostró sereno, elegante y seguro de sí mismo, cualidades que muchos no dudaron en elogiar. Vestido con sobriedad, acompañó a su madre, Melania Trump, en un día clave para la familia. A pesar de ser reservado en cuanto a su vida privada, su presencia pública no pasó desapercibida, y su interacción con figuras políticas como Joe Biden y Kamala Harris fue aplaudida por su madurez y cordialidad.
Sin embargo, más allá de su desenvoltura, diversos observadores comenzaron a notar ciertos detalles físicos que generaron especulaciones. Algunos usuarios en redes sociales comentaron que el joven lucía un tono bronceado muy similar al de su padre, una característica estética que ha sido parte del sello personal de Donald Trump. Según especialistas en cosmética, como la maquilladora Safia Cox, es probable que ambos utilicen productos similares como autobronceantes o cremas con color, aunque niegan el uso de camas solares, dada la diferencia tonal observable en el cuero cabelludo.
Pero lo que más llamó la atención de algunos expertos fue la posibilidad de que Barron esté enfrentando una temprana pérdida de cabello. De acuerdo con la doctora Gizem Seymenoglu, especialista en caída capilar, ciertas imágenes sugieren signos de una alopecia androgénica, una condición hereditaria que también afecta a Donald Trump desde hace años. Lo curioso, según explicó la experta al medio Irish Star, es que tanto el expresidente como su hijo parecerían presentar un tipo menos común de esta afección, más extendida en mujeres, en la que el cabello se afina en todo el cuero cabelludo sin que haya un retroceso claro de la línea frontal.
La doctora también mencionó que el estrés y la presión mediática podrían influir negativamente en este cuadro, especialmente en un adolescente que ha vivido gran parte de su vida alejado del ojo público y que, de repente, se encuentra rodeado por cámaras, titulares y especulaciones.
Este tipo de condición tiene tratamientos disponibles, que van desde terapias regenerativas como el PRP (plasma rico en plaquetas) hasta métodos más recientes con polinucleótidos, aunque también se recomienda trabajar sobre factores emocionales como la ansiedad o el agotamiento.
Mientras tanto, el historial de su padre con respecto al cuidado capilar también es tema de debate entre expertos. Varios cirujanos estéticos estadounidenses aseguran que Donald Trump habría invertido más de 160.000 dólares en distintos procedimientos para conservar su cabello. Entre los más mencionados se encuentran técnicas más antiguas como los trasplantes tipo colgajo, que consisten en mover secciones del cuero cabelludo para cubrir zonas con pérdida. También se especula sobre una posible reducción del cuero cabelludo, una cirugía invasiva que fue común en los años 80, y que dejaría cicatrices visibles como las que se han observado en algunas fotos del exmandatario.
Aunque Trump nunca ha confirmado públicamente haberse sometido a estos tratamientos, muchos especialistas creen que los indicios son evidentes. Según la clínica The Treating Rooms, con sede en Londres, es poco habitual que una persona de su edad mantenga tanto volumen de cabello sin asistencia médica.
Por ahora, Barron Trump continúa construyendo su propia identidad, bajo el peso de un apellido cargado de historia y controversia. Ya no es el niño tímido que acompañaba a sus padres en actos protocolares, sino un joven que se mueve con aplomo entre líderes mundiales y que, según algunos expertos, está empezando a definir un perfil propio con gran proyección futura. A medida que crece, su presencia despierta más curiosidad, no solo por su apariencia, sino también por lo que representa dentro de una de las familias más observadas de la política estadounidense.