Lo que parecía una imagen más del día a día en una ciudad caótica se transformó en la oportunidad de una vida. Rose, una mujer que se ganaba la vida recolectando materiales reciclables en las calles de Makati, en Filipinas, fue captada saliendo de una alcantarilla, y esa fotografía —difundida en redes sociales— terminó generando un inesperado giro en su historia.
El hecho ocurrió a comienzos de esta semana, cuando el fotógrafo aficionado William Roberts decidió publicar en Instagram y Reddit una serie de imágenes que había tomado de manera espontánea mientras transitaba por el distrito financiero de la capital filipina. En ellas se veía a una mujer saliendo, visiblemente desaliñada, de una boca de tormenta en plena vía pública. Las publicaciones no tardaron en viralizarse y desatar una oleada de especulaciones.
En los comentarios de su posteo original, Roberts se preguntó si se trataba de un caso de los llamados “gente topo”, término con el que se suele aludir a personas que habitan en los sistemas de drenaje de grandes urbes. Esta interpretación, sin embargo, fue descartada por las autoridades, que salieron rápidamente a investigar lo sucedido.
El Departamento de Bienestar Social y Desarrollo de Filipinas se hizo eco del caso, y tras localizar a la mujer y conversar con ella, publicó un comunicado oficial explicando que Rose no vive en las alcantarillas. Según relató, lo que ocurrió fue que una herramienta de trabajo —una pequeña cuchilla que usa para separar materiales reciclables— cayó al drenaje, y por eso descendió por la apertura para recuperarla. Fue en ese momento en que fue fotografiada, sin imaginar que esa imagen se volvería viral.
A pesar de que no habita en los desagües, Rose sí ha atravesado momentos muy duros. Reconoció que durante un año durmió en la calle, hasta que logró reunir algo de dinero para alquilar un pequeño lugar donde vivir. Su realidad refleja la de millones de personas en Filipinas, un país donde cerca de 17,5 millones de ciudadanos no alcanzaban en 2023 a cubrir sus necesidades básicas, de acuerdo a datos de la Autoridad de Estadísticas del país.
El impacto que tuvo su historia llevó al gobierno a comprometerse con cambiar su situación. En declaraciones recientes, el secretario de Bienestar Social, Rex Gatchalian, anunció que Rose será beneficiaria de un apoyo económico por 80.000 pesos filipinos (alrededor de 1.430 dólares), con el objetivo de que pueda cumplir su sueño: abrir un pequeño sari-sari, como se conoce a las tiendas de barrio en Filipinas que venden productos de primera necesidad.
Teniendo en cuenta que el ingreso promedio mensual en el país ronda los 18.400 pesos (aproximadamente 330 dólares), esta ayuda representa una suma significativa que podría permitirle dar un verdadero salto hacia la estabilidad económica.
El fotógrafo, por su parte, se mostró arrepentido por la forma en que describió inicialmente la escena, reconociendo que la etiqueta de “gente topo” fue inapropiada. A través de una nueva publicación, expresó su deseo de que la atención mediática sirva para generar conciencia sobre la pobreza urbana y el esfuerzo silencioso de tantas personas como Rose, que todos los días luchan por sobrevivir en condiciones extremas.
La historia de Rose es un poderoso recordatorio del impacto que puede tener una imagen. Lo que comenzó como una escena curiosa en medio del tráfico de la ciudad, terminó siendo la puerta de entrada a una nueva vida para una mujer que, pese a las dificultades, nunca dejó de luchar por salir adelante. Gracias a la solidaridad y el interés público, su deseo de tener un negocio propio está hoy más cerca de hacerse realidad.